Qué raro… Estoy en casa a las 8:30 de la noche con la pijama puesta y el dvd a punto de ser prendido. La cabeza me duele un poquito, tengo hambre, y la garganta me empieza a raspar. Es extraño estar aquí sola con las luces apagadas y sin ruido, mas que el de las máquinas que zumban todo el tiempo.
De regreso, después de dejar a D saliendo de la película, caminé por todo Presidente Massarik hasta llegar a la altura de… olvidé el nombre de esa calle. De allí tomé un camión que me dejó en una parada en dónde tomé un segundo camión hasta mi casa. Durante ese lapso donde lo único que podía hacer era mascar mi chicle y hacer bombas, haciendo enojar a los de al lado por el estallido de ellas. Una señora a mi lado comía pepitas; debo admitir que me dio un poco de asco, después se agarró del manubrio con la mano que utilizó para meterse los restos de pepitas. Cabe decir que lamió esa misma palma de mano para no dejar rastro alguno.
Observaba a la gente caminando con gabardinas y uno que otro paraguas en la mano. El aire fresco les pegaba en la cara, así que iban a un paso rápido y un tanto desesperado.
Realmente no entendí mi disgusto por las cosas en aquel momento. Sería la cabeza que me dolía o el frío que se colaba por mi vestido veranéense, pero algo me molestaba. De pronto se me nubló la vista y al volver, vi una calle por la que tanto he pasado, pero de otra manera. La vi como si nunca hubiese estado allí. Como si no pudiera imaginarme lo que hay al lado, o lo que está cerca de allí. Debo admitir que me agradó ese sentimiento. Pues desde la semana antepasada tenía la urgencia de estar en un lugar en dónde absolutamente nadie me conocía ni yo conocía.
Una llamada, una sonrisa y muchas horas de espera fueron lo que me llevaron a Nueva York la semana pasada. Era un sentimiento extraño… No conocía a nadie ni nada. Nunca había estado allí. Era una persona más en las calles. Era otra persona. No era Denise, no era La gringa (definitivamente!!), no era Nis, no era La Güera, o La Güerita, ni tampoco el Mocorrito… No era nadie allí. Absolutamente nadie…
Sinceramente se sentía bien. Era como si no existiera. Nadie se podía comunicar conmigo. Es decir que si me perdía o desaparecía el día entero nadie sabría en dónde estaba ni qué me había pasado. Suelo sentir eso cuando salgo de viaje (lo cual no es muy seguido).
Finalmente, en este momento me cruzo los brazos y me pongo en la cabeza que al igual como soy un extraño en Nueva York, también soy un turista en México. No soy de ningún lado, provengo del aire, de las palabras, de los sentimientos y nadie realmente me conoce ni realmente conozco a nadie. Ahora me libero de mi cascarón de egocentrismo y camino sin voltear y sin pensar que alguien me está viendo. Floto, siento, y respiro.
No se asusten con lo que leen...
Bienvenidos muchachos y muchachas!!
miércoles, 18 de julio de 2007
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4 comentarios:
Ese sentimiento es raro y bello, es duro pero rico. Y en efecto no somos de ningun lugar pasala bien.
que bonito gringa!!!
eso mismo me paso hoy.
y esta pasando en este momento mientras que tengo enfrente a un chino-americano que se me queda viendo mientras come no se que cosas. ja
te mando un abrazo
Se escucha suaveee!!
ya pon algo nuevo!!!
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